Cargamos toda nuestra vida con los patrones que la estructura familiar ha dejado en nosotros y éstos van influyendo en las decisiones que tomamos, en nuestra perspectiva, en nuestros pensamientos respecto a las cosas, en nuestras pulsiones, emociones y sentimientos.
Todo ello sin nosotros ser conscientes, pues para serlo tendríamos que observarlo, analizarlo y comprender que somos condicionados a muchas cosas desde la niñez y que funcionamos tratando de compensar, el resto de nuestras vidas, lo que experimentamos en nuestra infancia (algo que faltaba, que era doloroso, que estaba mal…)
Para empezar a observar y analizar es preciso saber cuales son las características de una familia disfuncional y son principalmente:
Incapacidad de discutir problemas de raíz
Adicción al dolor emocional (amar es sinónimo de sufrir)
Los integrantes de la familia juegan roles rígidos, lo que significa que no son libres de expresar sus emociones, sentimientos y percepciones
Niegan la realidad y se montan una visión propia de los sucesos
Incapacidad de discernir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto
Atracción hacia lo dramático, peligroso, intrigante, desafiante o excitante
No satisfacen las necesidades emocionales de cada miembro familiar
Falta de empatía, frialdad emocional, falta de atención y cariño de los progenitores
Miedo al abandono y la soledad
Generan culpa y reproches
Baja autoestima
Constantes esfuerzos por complacer para ser amados
Involucrados en situaciones caóticas, inciertas o dolorosas
Evitan responsabilizarse por sus actos
Tendencia a la depresión
Generan mecanismos de compensación para restablecer carencias
Producen incapacidad de sentir y relacionarse bien
Establecen relaciones destructivas
Padres irresponsables, inmaduros y débiles
La familia es fuente de daño y amenazas en lugar de protección y seguridad
Dificultad para comunicarse
Falta de respeto de los limites del otro
Los signos de alarma son:
Abuso de alcohol, drogas o comida
Conducta sexual inadecuada
Conducta agresiva (activa o pasiva)
Discusiones constantes
Silencios prolongados llenos de tensión
Miedo
Falta de tiempo compartido
Competencia por la lealtad de los hijos o entre los hijos
Falta de consenso entre los padres
Obsesión por algún tema como el dinero, el trabajo, la limpieza…
Ahora observa y analiza todo esto en tu vida para que puedas comprender el por qué de muchas cosas, aceptarlo y desde ahí construir patrones nuevos y sanos.
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